THE GEORGIAN CAUCASIAN TRAIL

Santini – fondelli



Mejor que las montañas, solo están las montañas que aún no has explorado, que aún no has visto.



“La verdadera casa del hombre no es una casa, sino el camino. La vida misma es un viaje que se hace a pie”, escribió Bruce Chatwin. Esta frase resuena profundamente en quienes ven el viaje no solo como una exploración de nuevos lugares, sino como una búsqueda interior. A veces, no hace falta un lugar físico para sentir que has llegado a “casa”; a veces, basta con el propio camino. Esta idea inspiró el proyecto de Santini en Georgia: un viaje que no solo pondría a prueba nuestra ropa técnica en condiciones extremas, sino que también nos permitiría sumergirnos en un paisaje completamente nuevo, contado a través de las palabras y las imágenes de quienes lo vivieron.

Acompañados por un guía local, Francesco Bonato, Anna Campostrini, Matteo Costalunga y Nicola Rossi emprendieron una aventura de cuatro días a través de las majestuosas montañas del Cáucaso. Esta expedición no solo probó nuestra equipación bajo condiciones meteorológicas impredecibles y terrenos desafiantes, sino que también nos llevó a paisajes remotos y salvajes, donde la naturaleza impone su ley. A pesar de la dureza de estos parajes, la calidez de su gente convirtió incluso los lugares más inhóspitos en refugios acogedores.

Nuestra aventura en Georgia comenzó incluso antes de partir. Tanto el vuelo de ida como el de regreso desde Milán fueron cancelados, lo que nos obligó a desviarnos por París y Berlín. Este contratiempo nos hizo perder un día entero y nos obligó a replantear todo el itinerario. Pero, como suele suceder, a veces los desafíos imprevistos dan paso a las experiencias más memorables, y este cambio de planes aportó una nueva perspectiva al viaje que teníamos por delante.





Georgia es una tierra de contrastes, donde Europa y Asia se encuentran, entrelazando culturas, tradiciones y paisajes espectaculares. Fue el escenario perfecto para poner a prueba nuestras últimas innovaciones. Cada prenda fue diseñada para soportar condiciones extremas, desde vientos gélidos hasta los rápidos cambios climáticos que caracterizan esta región. Gracias a tejidos de vanguardia, nuestra ropa proporcionó confort y protección en cada momento.

La aventura comenzó en Kutaisi, la tercera ciudad más grande de Georgia y una de las más antiguas del mundo, ubicada a más de 220 kilómetros de Tiflis, la capital. Desde el primer momento, el paisaje cambió drásticamente: de llanuras fértiles llenas de plantaciones de avellanos y pastizales abiertos, pasamos rápidamente a colinas empinadas y carreteras cada vez más accidentadas. Cada metro recorrido requería un gran esfuerzo, ya que el terreno se volvía más y más desafiante. Pero fue precisamente en estas dificultades donde encontramos la verdadera belleza del viaje.

Al cruzar el valle del río Epregri, entre curvas cerradas y ascensos empinados, nos encontramos con una naturaleza salvaje e indómita. Las carreteras, a menudo sin asfaltar, estaban marcadas por deslizamientos de tierra y nieve, y la presencia humana era escasa. Aquí, el tiempo parecía haberse detenido: algunas casas dispersas, pequeños pueblos de apenas cuatro o cinco edificios y las ruinas de antiguos comercios salpicaban el camino. Sin embargo, a pesar de la aparente soledad, la vida estaba en todas partes. Incluso en los pueblos más pequeños, encontramos una hospitalidad excepcional, personas dispuestas a abrir sus hogares y compartir comida y bebida, aunque la lengua fuese una barrera.







La región del Cáucaso tiene una historia rica y compleja, profundamente entrelazada con sus montañas. Durante siglos, los habitantes de estas tierras encontraron refugio entre sus picos para escapar de invasores. Las montañas eran no solo una defensa física, sino también un lugar espiritual, donde la naturaleza y el hombre coexisten en un equilibrio delicado.

Para llegar a Mestia, la capital de la región de Samegrelo-Zemo Svaneti, atravesamos un valle interminable, recorriendo una carretera de más de 100 kilómetros, pasando solo por unos pocos pueblos, cada uno con apenas cuatro o cinco casas. Aquí y allá, las ruinas de antiguos comercios contaban historias de vidas pasadas, mientras la naturaleza, salvaje y pura, dominaba sin rival. La carretera alternaba entre asfalto y tierra, volviéndose cada vez más desafiante a medida que nos acercábamos a las montañas. Era como cruzar a otro mundo, un mundo en el que el tiempo parecía haberse detenido, donde los humanos compartían su espacio con burros, perros y hasta algún caballo que deambulaban libremente.

Después de varios días inmersos en la naturaleza más salvaje, llegar a Mestia, con sus supermercados, restaurantes e incluso un pequeño aeropuerto, fue un contraste impactante. Sin embargo, a pesar de la modernidad, el alma de esta región permanecía en la calidez humana. Los encuentros auténticos, a menudo en hogares familiares, dejaron una profunda impresión en cada uno de nosotros. Como aquella vez al llegar a Mestia, cuando un viejo coche ruso aparcado frente a una casa captó nuestra atención. Su propietario, lejos de incomodarse, nos ofreció un licor tradicional georgiano casero, el “Chacha”, un gesto de hospitalidad que resumía la esencia de la gente local.





Aunque el turismo crece, las tradiciones siguen firmes. Muchas familias que aquí residen han estudiado en Tiflis o en el extranjero, pero han regresado, atraídas por un vínculo inquebrantable con estas montañas. Hoy, estas montañas tienen un nuevo valor, ayudando al desarrollo de la región y proporcionando una buena calidad de vida a sus habitantes.

El camino hacia Ushguli, uno de los pueblos habitados más altos de Europa y Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, puso a prueba aún más nuestras habilidades. Caminos de tierra y senderos peligrosos, a menudo bloqueados por deslizamientos de tierra y nieve derretida, dificultaban el avance. Sin embargo, llegar a Ushguli fue mágico: un lugar donde el tiempo parecía haberse congelado, rodeado por el silencio de las montañas. Ushguli es una comunidad de cuatro aldeas tan próximas que parecen formar un único asentamiento. Situado en la región de Alta Svanetia, se encuentra a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar, al pie del monte Shkhara, el pico más alto de Georgia.

A lo largo del viaje, tuvimos la oportunidad de sumergirnos no solo en la naturaleza intacta, sino también en la cultura culinaria de Georgia. La gastronomía en este país es una fascinante fusión de sabores de Oriente Medio y Asia, reflejo de la historia y las influencias de las regiones vecinas. Entre las especialidades más apreciadas destacan los “khinkali”: dumplings rellenos de carne, queso o caldo, que evocan los dumplings chinos pero con una identidad marcadamente georgiana. Las carnes especiadas presentes en muchos platos evocan los aromas de las cocinas turca y libanesa.





Disfrutamos de estos manjares en un lugar conocido como la “casa de los guías”, un pequeño restaurante que parecía más un hogar, con una sala acogedora y una cocina abierta, donde dos mujeres preparaban dumplings sin descanso. La experiencia se hizo aún más auténtica con el “khachapuri”, una especie de pan relleno de queso muy popular en toda Georgia. Sumergirnos en la cocina georgiana nos abrió una ventana al corazón de las tradiciones locales, donde la comida es un vínculo profundo con la tierra y la historia del país.

El camino hacia el paso Zagari, a más de 2.600 metros de altura, debía ser la última etapa del viaje. Sin embargo, la nieve de las semanas anteriores había bloqueado el paso, recordándonos la imprevisibilidad de la montaña, y la fuerza de la naturaleza frente a cualquier esfuerzo humano. Tuvimos que retroceder, pero esto no restó nada a la experiencia vivida.

Durante todo el viaje, lo que más nos impactó fue la increíble hospitalidad de la gente. Incluso en los lugares más remotos, los habitantes estaban dispuestos a abrir sus casas, compartir alimentos y brindar momentos de calidez. Este contraste entre la dureza de la vida en la montaña y la generosidad de su gente hizo que esta experiencia fuera inolvidable.





Aquí puedes encontrar la ruta de nuestro viaje: