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La etapa empieza en el Castillo Aragonés de Castrovillari; se llega a las Columnas Romanas de Brindisi, lo sentimos por los demás pero así es Italia, esto es el Giro. El inicio está en bajada, y después de haber recorrido un largo trecho por la costa Iónica se llega a Bríndisi, casi doscientos kilómetros en llano. Aún estamos en el primer tercio del Giro, pero la etapa anterior, Mileto-Camigliatello Silano, 223 km con la larga subida final por el Válico de Montescuro, fue difícil para todos, tanto para los escaladores como para los esprinters. Por lo tanto, la de hoy debería ser una etapa de transición, una etapa tranquila, casi aburrida. Sin embargo….

«Pero, ni siquiera hay tiempo para decir esto que el grupo comienza a rodar a gran velocidad. Los primeros 30 km son en bajada y, por lo tanto, una caída sería fatal, pero ellos siguen a gran velocidad, con los equipos unidos para poner su propio corredor al frente. El camino empieza lento con una serie de curvas, después se hace más fluido y toda la velocidad se pierde. Cuidado con la serie de curvas cerradas, especialmente con las dos que preceden la larga recta; el mar a la vista, una mirada y abajo el casco. Resultado: velocidad media de 55 km/h. Los pronósticos dicen que el viento sopla desde el mar, no será muy útil, es una brisa, pero todos respetan las órdenes del director deportivo: «quedaos a la izquierda, así os reparáis». Lo dice todo el mundo, y sería útil preguntar a los pescadores que siempre saben por donde sopla el viento. Durante los primeros veinte kilómetros se puede admirar la infinita fila india por el lado izquierdo de la carretera. Nadie se desvía un milímetro; todos siguen ahí, todos sufren, todos se preguntan: «pero ¿quién está tirando adelante tan fuerte?». Es Maestri. Mirco no ha digerido la crono de Budapest, apunta a la fuga cueste lo que cueste.

En Montegiordano Marina salta del grupo; Fausto Masnada le sigue pisándole los talones; los franceses de la AG2R La Mondiale se enojan (por tercera vez) y lanzan al ataque a Andrea Vendrame y a Lawrence Warbasse. El intento de fuga continúa así otros veinte kilómetros, hasta Marina di Ginosa; aquí se suman Giovanni Visconti y Marco Frapporti. Otros diez kilómetros y llegan también Diego Ulissi y Carl Fredrik Hagen, el grupo ha tomado cuerpo, ya son quince corredores, pasamos la mitad de la etapa y el grupo planea compacto hacia Bríndisi, hay riesgo de que se cierre la jornada con un esprint. Los equipos Codifis, Trek e Ineos solo pueden mirar, y se juntan para proteger a sus capitanes, Viviani, Nibali y Froome. Una etapa de transición, hemos dicho, para defender las posiciones, y no arriesgarse. Así, la carrera se estabiliza, el grupo sigue compacto a diez minutos de distancia; en cabeza Maestri, Masnada y el dúo del Vini Zabù KTM, Visconti y Frapporti, que intercambian posiciones en los primeros puestos, en los que aparecen también Vendrame y Dowsett, compañeros de la AG2R La Mondiale, pero la fuga queda compacta. Son precisamente los dos de Vini Zabù KTM que rompen la monotonía: en los últimos kilómetros se alternan en cabeza cada diez segundos para tirar; Después de una señal Frapporti se escapa. Visconti lo protege (rompiendo así los relevos), colocándose al frente del grupo y no acelerando, al contrario, ralentizándolo. La fuga ya se ha disgregado, alguien lo intenta, pero no logra separarse del grupo; Frapporti gana segundos sobre los fugados, pero no sobre el pelotón que se acerca.

En Latiano la línea de meta ya comienza a verse, faltan 25 km, Frapporti tiene una ventaja de 4’ sobre el pelotón y 3’ sobre sus perseguidores: este es el momento de los equipos de los esprinters. Inicia los movimientos el Cofidis, hasta entonces reunido alrededor de Viviani, le sigue el Deceuninck-Quick-Step, que cuenta con Iljo Keisse, puesto que su velocista, Jakobsen, se ha quedado atrasado por un pinchazo y ya era demasiado tarde para recuperar su sitio en el grupo. El nerviosismo crece, el Ineos no está de acuerdo, quiere mantener a Froome lejos del peligro, detrás del Trek-Segafredo que protege a Nibali. Cuatro equipos tiran con fuerza por la gran carretera que lleva a Bríndisi, con el Cofidis a la cabeza con viento de cara, faltan 10 km para la línea de meta, no hay tiempo para las tácticas ni para preocuparse por la brisa, esto va en serio, se pedalea a 50 km por hora. A 5 km del final el grupo absorve a los perseguidores; a 3 km le toca a Frapporti, ya agotado por el demarraje en solitario que hacía imposible para él resistir hasta Bríndisi. Aquí el tiempo está neutralizado, el Trek y el Ineos se apartan, para Nibali y Froome la etapa sigue bien.

El Cofidis cede, ha tenido demasiado viento de cara. A Viviani solo le queda Consonni. Pero los otros miembros se disgregan. Si lo miras bien, parece que en este momento Iljo Keisse está en trance competitivo, un caballo de raza con anteojeras, la mirada fija en la última rueda de su equipo, el auricular, una molestia. Desde los coches los directores deportivos gritan por los transmisores a los corredores, los incitan, los animan, queda menos de un kilómetro; Davide Bramati, el director de Deceuninck, grita más fuerte que los demás, imagina estar al lado de Iljo y grita, grita, grita; hasta que el retraído y taciturno corredor de Gante cumple un acto extremo: se quita el auricular. Bramati lo había entendido, pero es demasiado tarde para gritar «Iljo adelantaaaaaa! », Consonni ya se ha ido. Iljo intenta alcanzarlo pero Viviani ya está pegado. No es solo una cuestión de espacio, conocemos el rendimiento de Elia, en los últimos doscientos metros puede alcanzar los 65 km por hora, 800 vatios y una potencia máxima que da miedo. Aunque la línea de meta está cerca y Elia ha acelerado y es imposible detenerlo, no hay tiempo ni para levantar las manos, pero es suficiente un último golpe de riñones. Primero Viviani, segundo Keisse, luego Nizzolo, Consonni y los demás. Una etapa de transición, una etapa tranquila, a veces casi aburrida. Sin embargo…

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Este maillot será firmado por el ganador de la etapa y subastado por beneficencia al final del Senzagiro. Design hecho por Fergus Niland, director creativo de Santini Cycling Wear, y dibujado por el ilustrador Nadia Guidi.

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